La práctica de Zilia Sánchez abarca más de 65 años de trabajo en la que desarrolló un estilo distintivo y característico de la pintura escultórica minimalista. Soy Isla” (I Am an Island) (20 de noviembre de 2019 – 22 de marzo de 2020) en El Museo Del Barrio es la primera retrospectiva en una institución del trabajo de Sánchez, lo cual es bastante sorprendente por su importancia histórica, así como también por la influencia que ha ejercido en las generaciones más jóvenes de artistas. Durante años, El Museo del Barrio ha tratado de corregir las brechas en la lista histórica que omiten la obra de las mujeres latinoamericanas, y de trabajar para que no sea solo una tendencia de mercado, sino un análisis histórico y académico. El trabajo reciente del museo ha resaltado figuras importantes que hasta ahora nunca han recibido su merecida atención. La exposición combina piezas tempranas y apenas vistas con las obras más conocidas de los años 70 y 80, lo que permite al visitante seguir el progreso, el desarrollo y la lógica del artista.

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Originaria de Cuba, Zilia Sánchez se mudó a la ciudad de Nueva York en la década de 1960, donde se encontró con las obras de algunos de los artistas más conocidos de la época. Completamente inmersos en las discusiones de la época, los lienzos de Sánchez están empapados del discurso de la escena del arte conceptual de Nueva York, pero también tienen una geometría cósmica distinta y referencias visuales que son fáciles de atribuir al arte concreto latinoamericano. Los lienzos de Sánchez pueden ser reconocidos por las formas sobresalientes y el lino deformado que a menudo retratan guerreras históricas o mitológicas a través de líneas abstractas y contornos textiles. Sus telas se relacionan con estas narrativas con una curvatura enfáticamente femenina que ella posiciona como líneas matemáticas, conexiones cósmicas y las formaciones geológicas de la tierra. La exhibición también ofrece video y documentación fotográfica de las performances y happenings de Sánchez en los que la escultura y su relación con el cuerpo se insertan en el agua del mar o se instalan en la arena. La relación con el tiempo en los lienzos proviene del momento de estiramiento, mientras que la permanencia de la isla en comparación con el trabajo crea una yuxtaposición entre permanencia e impermanencia.

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Sánchez no formó parte de la comunidad artística a cuyas obras estuvo expuesta, sino que prefirió permanecer en sus círculos de amistad relacionados con la diáspora cubana. Su falta de trabajo en red en ese momento, así como su traslado a Puerto Rico, donde permanece hasta el día de hoy, han influido en su menor visibilidad, además de su posición como mujer de ascendencia española y cubana que también le impidió ingresar a muchos de los establecimientos de arte de Nueva York. Su trabajo presagia manifiestos feministas como el manifiesto cyborg de los años 80 de Donna Haraway, pero donde su trabajo lleva a cabo el cuerpo modificado, mitologizado y futurista, además de una clara mitología cubana, griega y europea, pero con espiritualidad cubana. Se convierten en nuevos seres: criaturas abstractas y androides interestelares. Ella señala las fuentes cósmicas mientras las relaciona siempre con las formaciones de la tierra.

Sánchez ha vivido en Puerto Rico desde la década de 1970, y el título de «Soy Isla»(I Am an Island) se refiere a su posición y cultura caribeñas. La idea de una isla produce una conexión celestial a través de las constelaciones que reflejan los archipiélagos conectados a las creencias caribeñas. Una isla sobresale del mar como las formas cónicas debajo de sus lienzos, creando cuerpos o mujeres guerreras que se elevan hacia las estrellas.

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