Los materiales contenidos en algunos objetos cotidianos y sus peculiares características se han convertido en un alucinante laboratorio para el trabajo de campo de la artista visual Nuria Fuster. Pero también podría afirmar que la particularidad que poseen estas formas, la ha anclado al contexto social y político de nuestra sociedad, y es principalmente bajo esta perspectiva que ella articula sus ideas.

Es indudable que a través de algunos objetos que ella ha producido, su cuerpo ha sido interceptado por la naturaleza de la reproducción industrial y algunos hitos estéticos que rodean emblemáticas reflexiones artísticas. Además impone una práctica que observa, esquemáticamente, cómo ha interpretado esos panorámicas industrializadas y todo lo que éstas visibilizan a la hora de enfrentarnos, en este caso, a una propuesta expositiva. Es por eso que al instante de indagar y revisar parte de los archivos que constituyeron esta exposición me atrevo a escribir que podríamos estar frente a una sinopsis que establece nuevas lecturas acerca de los objetos y materiales que desde sus entramados expanden insólitas atmósferas. Espacios que son cada vez más estudiados, pero que sin embargo siempre han aparecido como un desafío para la actual visión con la que está operando la escena internacional del arte contemporáneo.

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Ante este preámbulo, la pulsión de esta artista no solo ha anexado un par de procesos socio-políticos que han expuesto su condición física en constante errabundeo, sino que también nos invita a especular sobre las infraestructuras que transmutan el tiempo frente al medio ambiente que rodea nuestro entorno. Es por esta razón que más allá de imponer una comprensión sobre la noción de objeto, aquí lo que ocurre es que este artista trata de abrir una introspección donde lo que exhibe pueda ser retocado bajo la óptica de un meticuloso trabajo científico que fue descubierto ante la lectura visual de aquellos límites que han construido los recovecos de la explotación industrial.

Es más, podemos agregar a la propuesta expositiva de Fuster, bajo el título Not-me!, que posiciona la urdimbre de los objetos ya sean estos plásticos u orgánicos que aparecen en procesos vitales y que van alterando las abstracciones biológicas y químicas que emergen desde la tierra, y que finalmente se combinan con el cosmos. Cada imagen procesada, angulada y alterada por esta artista nos lleva a meditar que los paisajes que ella diseña son exteriorizados en contextos donde el individuo marca la hechura de los materiales. En este sentido, esta locación ha sucumbido ante otras figuras que aparecen y desaparecen en estos componentes producto de un enfoque lumínico que retumba en la idea del espacio.

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Por otro lado en Not-me! constatamos cierta heterogeneidad en la predilección por estos objetos, una perspectiva que nos enfrenta a una gran diversidad de planteamientos epistemológicos acerca del modo en el que se basa la obra de Fuster. Porque sin duda que dentro de su praxis ella ha utilizado este enjambre de metáforas como pretexto para abarcar otras estéticas y cobijar diferentes juicios ante la enigmática relación que posee con estos el ser humano.

Entonces esta exposición plantea las circunstancias emotivas que ha conservado la artista con varios lugares que le presentan un cuestionamiento de la vida humana. Por lo que ella propone una estética que estructura pero también amplifica un entorno repleto de pensadas y diseñadas alegorías como una reacción fisiológica ante lo impuesto por sus investigaciones. No obstante, sus formas son un subterfugio ante la multiplicidad de referentes que suscribe una pauta científica al momento de incorporar procesos, por ejemplo, el de la evaporación de agua de mar. Esto significa que ella recoge, reseña y clasifica los distintos elementos que nos ilustra la naturaleza que vincula estas obras como una aleación que está constituida por varios elementos terrestres, industriales y ambientales. Los ensamblados tensionan la misma técnica generando cierta expectación al ver, con nitidez, la superficie que exhiben las señas cromáticas más los movimientos que escenifican lo que yace visible.

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La lógica de esta exposición sirve para destrabar las imágenes de un sitio de exploración y para que otros cuestionen su fisonomía frente a los disímiles puntos de vista que pueden sostener el accionar de un artista y su incansable articulación conceptual. Nuria Fuster al exhibir materialidades alternadas con otras, encara al vago, impreciso y polivalente significado que muestra a grandes rasgos el paisaje que ha construido el ser humano. Y si deseamos concluir todas las diatribas que han aflorado en esta exposición, posiblemente seamos capaces de cultivar distintos hechos multidisciplinares acerca de un espacio socio-político que, por lo general, será reformulado en cuanto a su dimensión material y atmosférica.

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NOT ME! es el título de la exposición individual de la artista visual española Nuria Fuster en la Galería Louis 21 , Palma de Mallorca (31 marzo al 18 mayo 2018)
http://www.l21gallery.com/es/exhibition/not-me/