La elección y presidencia de Trump parecieran difuminar y expandir los extremos alcances que está teniendo el período. Uno donde el posmodernismo se está enfrentando a la peor crisis: la sensación de estar viviendo en un delirante sistema construido por los peores vaticinios socio-político-culturales, mostrando un paradigma apocalíptico donde comandan el culto al individualismo y la alienación de las personas confiscadas desde el consumo que revela la imagen como el eje gravitacional del comportamiento humano.

La migración y el muro, que sin duda son temas y políticas que son como unos fascistas fantasmas que están logrando un retroceso en la humanidad que parecía ya en otro estadio, no es solamente donde la visión de Donald Trump está empleando sus atribuciones.

El arte en Estados Unidos y el mundo relacionado a él, tal cual evidencia de los tiempos sincrónicos, devela un cambio tanto en su comportamiento de mercado, como en el cambio de manifestaciones formales y nuevas maneras de dar cuenta de una disconformidad.

De la actual situación en ese país, y como por ser la mayor potencia en el mundo está repercutiendo en la sociedad y los actuales paradigmas es que conversamos con el crítico de arte y curador chileno radicado en New York, Christian Viveros-Fauné.

De delirios. El antes y el después de un nuevo fascismo.

 Ni los expertos más expertos hubieran podido pronosticar la elección de Trump. O al menos nadie se lo esperaba. Y probablemente sea cierto de que el triunfo se dio con unas importantes trampas. Pero lo cierto es que esto ha cambiado el mundo, y hoy parece totalmente patas para arriba.

Consecuencia de eso, es que todo el mundo está reflexionando acerca de sus valores e ideas más básicas sobre lo que nos rodea, y donde estamos plantados y lo que tenemos que hacer.

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Esto representa un gran dilema, donde estar exhausto y cansado está provocando darle un vuelco a esta situación. El dilema de aprender a cómo lidiar con una situación autoritaria y antidemocrática, es empezar desde cero.

Por supuesto dentro del mundo del arte , que se estila muy radical, pero que efectivamente apenas lo ha sido dentro de su espacio, de su pequeño nicho, se encuentra hoy con la obligación de no hacer política sólo puertas para dentro, sino que para afuera también, lo cual es otro tipo de exigencia.

En ese sentido, las respuestas en general han sido más que satisfactorias, como por ejemplo la Women’s March para el Inauguration Day por ejemplo, donde básicamente empequeñeció el Inauguration Day de Donald Trump. También como las protestas que se dieron cuando dio el mandato ejecutivo del muslim ban para con los 7 países musulmanes por primera vez. Son normas antidemocráticas, racistas, y antirreligiosas.

«El mundo del arte se encuentra hoy con la obligación de no hacer política solo puertas para dentro, sino que para afuera también, lo cual es otro tipo de exigencia.»

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Protesters march in Washington, DC, during the Womens March on January 21, 2017. Hundreds of thousands of people flooded US cities Saturday in a day of women's rights protests to mark President Donald Trump's first full day in office. / AFP / Robyn BECK (Photo credit should read ROBYN BECK/AFP/Getty Images)

Es impresionante lo que está pasando; no se sabía si la población o las instituciones que quedaron en pie iban a poder oponerse a este autoritarismo. Hasta el momento en un sentido u otro si se ha podido, pero estamos recién en los primeros meses. Esto recién empieza y lamentablemente está el miedo e incertidumbre de que todo puede ser peor.

Y la razón por la cual eso podría ser, es porque el presidente de los Estados Unidos es un demagogo, es una especie de proyecto peronista, pero escrito en letras grandes.

La diferencia es que todo lo que hace y sucede en Estados Unidos afecta a todo el mundo.

Lo que hay que enfatizar aquí es que Trump ganó básicamente gracias a un argumento cultural: lo que primó en las elecciones no fue ni su política económica, social, de defensa, o lo que quieras, sino un argumento netamente cultural: el etnonacionalismo.

El planteamiento básicamente fue el de capitalizar no la insatisfacción económica del blanco, sino su insatisfacción social. El votante trumpiano no es un votante que necesariamente corresponde a esa caricatura del blanco de clase media-baja, porque se ha demostrado que ese votante representa al blanco de todas las clases sociales. El punto es que los conservadores se sienten desplazados social y culturalmente y por eso ganó Trump.

Por esto mismo creo que la batalla anti Trump se tiene que ganar también dentro del campo cultural. Fíjate, por ejemplo, que han estado apareciendo una serie de personajes que nunca antes habrían tenido cabida en la política norteamericana, que son básicamente la versión al cubo de lo que en el período de Reagan llamábamos «cultural warriors» (guerreros culturales).

La ultraderecha de hoy, es propiamente blanco-nacionalista y nazi, y cuando digo esto, no lo digo en sentido extremo y metafórico, sino que si investigas realmente, varios de los personajes cercanos a Trump lo han sido: es decir, o son Nazis, como David Duke o Richard Spencer, o son simpatizantes de esa ideología que pensábamos muerta.

Entre el grupo de ayudantes y aliados de Trump, está por ejemplo su asesor de seguridad nacional Sebastian Gorka, que es analista de inteligencia, profesor y miembro del National Security Advisory Staff, y que para el Inauguration Day, usó una medalla propia de los miembros de The Hungarian Order of Heroes, “Vitézi Rend” en húngaro, grupo que colaboró con el gobierno Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Gorka estuvo envuelto por años en organizaciones políticas de extrema derecha y antisemíticas en Hungría, y es miembro jurado de la rendición de “Vitézi Rend». Una vez desatada la polémica en la prensa frente a esta medalla, el asistente de Trump ignoró las peticiones de comentar en artículos frente a esto, y en su lugar, emitió una denegación.

Este tipo no ha existido en ninguna parte del gobierno hasta que llegó Trump. Ahora que ha llegado a las más altas esferas del gobierno, nadie entiende como ha llegado un fascista duro ahí.

«La batalla anti Trump se tiene que ganar también dentro del campo cultural. «

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Tienes por otro lado a Steve Bannon, la mano derecha ideologica de Trump, y de quien se dice es el segundo hombre más poderoso del mundo, después de Trump por supesto. Es el estratega de la Alt Right o derecha alternativa, y el fundador y ex CEO de Breitbart, un sitio web propagandista blanco (White nationalist) de alternative facts, que nunca antes podría haber tenido acceso a un lugar en la mesa de prensa de la Casablanca, pero que hoy sí lo tiene junto al New York Times, CNN, o Reuters.

El hoy ex editor del mismo sitio de Bannon, Milo Yiannopolous, cayó en desgracia no porque es anti migrante, o porque es racista, homofóbico, siendo el mismo homosexual (¡!) sino porque hizo algo inexcusable para la gente de derecha, que fue respaldar el sexo entre un hombre adulto y un menor de edad, dichos encontrados en Youtube hace ya un tiempo. Si él hoy está jodido es por esto y no por sus otros dichos de alto calibre fascista.

Esta es la ala más extrema, pero también dentro del grupo pro Trump, hay otra menos extrema, pero que no por eso se debe ignorar. El fascismo de sonrisa Pepsodent fácilmente es el peor ya que no te das ni cuenta cuando te dicen que el sol sale por el oeste y se pone en el este.

Donald Trump no solo ha permitido que este tipo de gente sea parte de su gobierno, sino que les ha abierto un espacio socio-cultural, que antes no existía. Por esto es que digo que EE.UU. en este momento está viviendo un momento de realidad alternativa comparable con la de la serie de Netflix, The Man In the High Castle: es el mundo patas para arriba.

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Carolina Martínez Sánchez: ¿Cómo describirías la reacción de la escena del arte y su unión como un tinglado que explícitamente está en contra del gobierno de Trump, generando una contra respuesta desde distintos tiros del activismo?

Christian Viveros-Fauné: Creo que se ha movilizado relativamente bien el mundo del arte, aunque de momento no ha habido un evento específico sólo para este mundo donde quede demostrada su reacción hacia el gobierno de Trump. Pienso que sí está por darse, entre otras cosas porque Trump acaba de pasar una propuesta del presupuesto nacional en la cual no solo quiere eliminar la corporación que financia las radios y televisión pública, sino que también el NEA “The National Edowment for the Arts” y el NEH “The National Endowment for the Humanities”, que son las dos instituciones que entregan dinero público a las artes visuales y humanidades respectivamente.

Esta propuesta salió a la luz hace muy poco, pero importantes actores y gestores del arte y la institución ya han emitido comunicados oficiales, como el manifestado por Tom Campbell, director del MET Museum, y su Presidente, Daniel Weiss. Así que lo esperado, es que todo el circuito pueda ir con todos sus aliados políticos contra esto para tratar de que este plan de eliminación no ocurra.
Esto es parte de una guerra cultural y me recuerda el período de los “cultural warriors”, concepto que se pone de nuevo en la mesa frente a lo que está sucediendo.

La 78ª Bienal del Whitney Museum, que estuvo en exhibición desde Marzo hasta Junio de este año, se presentó como la primera oportunidad para dar una respuesta amplia, sólida y funcional hacia Trump, aunque la muestra no estaba dedicada a él ni nada por el estilo. Pero sí por ejemplo hubo dos obras que lo aluden explícitamente.

Perfectamente podría haberse perfilado como una exhibición más apolítica porque se organizó entre 2015 y 2016 mayoritariamente, pero dio como resultado una muestra que creo es dinamizadora y es curiosamente seria. Tomó en cuenta no solo el mundo del arte, sino lo que está más allá: políticas polarizadoras, sociedad, tensiones raciales, desigualdades económicas, y esto se refiere a hacer cultura para fuera y es un buen camino a seguir.

«La 78ª Bienal del Whitney Museum, que estuvo en exhibición desde Marzo hasta Junio de este año, se presentó como la primera oportunidad para dar una respuesta amplia, sólida y funcional hacia Trump.»

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CMS: En un primer momento –tal como se especuló con el Brexit- se proyectaron cambios en el mercado del arte, el movimiento y transacción en las galerías y ferias. ¿Qué tan real ha sido este cambio? ¿Se podría decir que ahora estamos realmente en los tiempos donde el arte se le considera un activo, un “asset”?

CVF: Una de las perspectivas que se pensaba que se iba a materializar con la posible victoria de Trump, era la llegada de una noción de disrupción, es decir, que tanto el mercado del arte como el de la bolsa se iban a ver afectados porque la inestabilidad afecta a los mercados, y si el mercado es serio, reacciona a esa inestabilidad. Pero muy por el contrario, se da que la bolsa está subiendo como espuma. Parece que la estabilidad no importa tanto como la idea de un menor impuesto corporativo, o impuestos más bajos para quienes tienen altos ingresos.

Este efecto se ha visto reflejado en el mundo del arte de una forma u otra. Efectivamente las subastas en general están considerablemente más bajas que lo que estaban hace 3 años atrás.

Pero si las consideramos en las altas esferas y ese alto rango de intereses, desde hoy hacia un año atrás, sí están sólidas.

Frente a este segmento donde parece ir todo bien, se ha dado una contracorriente correspondiente en lo que la gente llama el mercado medio, donde se han estado experimentando serias dificultades en su quehacer. Galerías que quiebran, artistas que cada vez más les cuesta vender, situación que viene porque los coleccionistas se han convertido en unos especuladores que no están preocupados de ser eso, coleccionistas.

Yo diría que lo que es la ecología del arte como una totalidad, en los más altos rangos del mercado el arte se sigue considerando un “asset” y se sigue invirtiendo. Lo que es de dinero sigue bien. Las obras que tiene menos ceros van peor que antes.

CMS: ¿Cuáles son las principales afecciones o desplazamientos a nivel simbólico en la cultura?

CVF: Hay protestas. La noción de la política. O que el famoso programa humorístico norteamericano «Saturday Night Live» que lleva años y que hace uno, nadie lo veía, recuperó una nueva vida sacándole el jugo a Trump, asunto que lo están haciendo muy bien. Eso es solo para darte un ejemplo como la cultura se ha movilizado.

El año pasado, el entonces candidato y actual presidente, ya era blanco de cualquier humorista, y esto se ha recrudecido, entre otras cosas porque Trump responde por tweets, y se genera un enfrentamiento directo por redes sociales entre agentes culturales y él.

La situación actual es una cámara de ecos para este tipo de comentarios, donde la temática política se ha transformado en algo cada vez más viable en el arte y otras manifestaciones. Es decir, lo que era político antes, ahora lo es mucho más, y lo que no era político, se lo piensa, y lo que incluso no es político bajo ninguna circunstancia, ahora en cualquier museo de este país tiene una carga política; estamos en otro universo.

«Lo que era político antes, ahora lo es mucho más, y lo que no era político, se lo piensa.»

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Fui a todos los grandes museos en New York justo antes y después de la inauguración y pude ver toda esa diferencia en las exposiciones que se han dado después de Trump, todo sigue estando influenciado y casi colorado por el hecho de que estamos en esta nueva realidad. Es como ver televisión un día después del golpe de estado en Chile, todo cambia, lo ves todo distinto. Te han cambiado la realidad.

A mí me ha tocado la mala suerte de tener esta sensación tres veces en mi vida. La primera fue a los 9 años con el golpe de estado del 11 de septiembre en Chile, donde me acuerdo que las cosas eran distintas de un día para el otro; luego después del 9-11 en Estados Unidos, donde todo cambió repentinamente a nivel global; y después de la elección de Trump, que por una ironía endiablada se dio un día 11-9.

Estamos en este momento en un mundo distinto, y lo sabes. Lo otro que sabes, o al menos yo lo tengo muy presente, es que no estás viviendo en carne propia lo que realmente está pasando. Mientras tú y yo hablamos están yendo a buscar y echando inmigrantes de este país, a familias enteras. Si antes parecía que la ley era lo que valía o lo que se respetaba, ahora no es así. Estamos en pleno apogeo de la ley de Murphy donde las cosas están peor de lo que se podría haber esperado, mucho peor.

Para no ser tan desolador, podemos decir también que la gente ha sabido organizarse y no solamente la del arte. Instituciones como American Civil Liberties Union ACLU, o incluso las cortes se han comportado bien, y han respetado la ley. Pero también es posible que no se pueda seguir haciendo la pelea, no es fácil oponerse a la mayor fuerza global: el poder ejecutivo norteamericano es un Goliat.

Un amigo artista me comentó que esto podría ser como los nuevos años ‘60s, algo que puede sonar tonto o absurdo, pero que a él le daba esperanzas percatar tal nivel de movilización, sinceridad, seriedad y compromiso.

Hay que aprovechar la crisis, y fue lo que efectivamente Trump hizo; la derecha generalmente sabe cómo sacarle el jugo a los momentos de crisis. Ojalá que la izquierda americana aprenda esto también.

CMS: Ya desde antes de las elecciones era posible patentizar un cambio en las propuestas estéticas y artísticas desde el mensaje y contenido hasta lo formal, donde la crítica y cierto nivel de desesperanza, nihilismo e irrealidad han inundado las distintas plataformas de disposición de imágenes. Arte, redes sociales, nuevas posturas y reflexiones. ¿Es un fenómeno que se ha repetido en la historia y que tendrá su consecuente cambio una vez más, o es una inquietud que se instaló?

CVF: Una cosa que me pareció curiosa, y voy a utilizar como ejemplo la ya mencionada Bienal del Whitney, solo porque es la muestra más grande y más representativa que se ha visto después de las elecciones. Se ha dicho que es la última bienal de Obama, y que aún no tiene lugar la bienal de Trump. O también se dice es que es la bienal de Hillary: la primera y la única.

Lo que se ha dado hasta ahora está en vías de cambio, en transición y eso está claro. Esta bienal es importante en la medida que pone un antes y un después al uso del activismo en el arte, la conexión social y un nuevo uso de la pintura también.

Algo que claramente se ve en esta exposición -y lo tomo como un buen ejemplo para lo que se verá y lo que vendrá- es una mayor militancia. Tengo toda la seguridad, que para bien y para mal, las artes visuales van a caer en el engranaje de la política y se van a radicalizar cada vez más. Y eso es normal. Si no fuera así, habría un serio problema.

«Tengo toda la seguridad, que para bien y para mal, las artes visuales van a caer en el engranaje de la política y se van a radicalizar cada vez más. Y eso es normal. Si no fuera así, habría un serio problema.»

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CMS: Para el Inauguration Day el 20 de Enero de 2017, artistas y entidades del arte como curadores, galerías, museos e instituciones, organizaron y se unieron en el J20 Art Strike, que dio guiños y líneas de lo que podría ser el actuar a sostener en el tiempo como un modo de resistencia. ¿Crees que este tipo de acciones solo se refieren a alzar la voz y liderazgo, más que generar una resistencia sostenida en el tiempo? ¿Es posible?

CVF: Lo que no es posible es hacer una Art Strike que no sea más que un mero acto simbólico, porque por razones obvias, no es como hacer una huelga de buses.

Acciones que invoquen a la resistencia seguirán desde acá para delante mientras este tipo siga en el poder. Vamos a ver ese tipo de esfuerzos cada vez más.

Aprovechando de hablar de ese “llamado”, creo que fue ridículamente ineficaz, porque un paro de artistas o gente del mundo del arte, no es igual al paro de micreros o la bolsa, la noción de paro no fue muy bien pensada.

Por otro lado algo que sí me molesto, fue que dentro de la gente que lo pidió, había una serie de personajes que se ven tremendamente beneficiados por compradores de las altas esferas. Entre ellas Cindy Sherman por ejemplo, que fue una de las organizadoras y firmantes de este Art Strike, quien estuvo en una reciente exhibición en la Mnuchin Gallery, donde Robert Mnuchin, coleccionista de arte y director de la misma galería, es padre de Steven Mnuchin, empresario, inversionista y ejecutivo del banco Goldman Sachs, y que desde enero de 2017 es Secretario del Tesoro de los Estados Unidos bajo la administración del presidente Donald Trump. Además en 2016, fue director financiero de la campaña de Trump. Si estás involucrándote en algo que puede ser tan poderoso simbólicamente, debes ser consecuente. A mi, por ejemplo, cuando me pidieron escribir para el catálogo de esa misma exposición de Sherman en Mnuchin les dije, elegantemente, que ni cagando.

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CMS: ¿Cuál es la importancia de que museos tan importantes como el MoMA o el David Museum hayan decidido generar medidas por decirlo de algún modo instalativas o curatoriales para provocar una reflexión e impacto desde el campo artístico hacia lo que son las medidas restrictivas migratorias?

CVF: Su importancia simbólica. Y en su gran mayoría, el arte sirve para eso, además de tener ese valor simbólico, actúa como una demostración de los valores de la institución. Aunque no se haya convencido a nadie probablemente, a ningún votante de Trump al menos, sí me parece correcto que el MoMA por ejemplo haya tomado esa medida, donde por lo menos el público en general entendió la postura política del museo y lo miró con muy buenos ojos.

CMS: ¿Cómo y dónde se inscribe la acción de Anish Kapoor de citar a Joseph Beuys con un poster con la propia imagen de Kapoor y el texto “I Like America, but America doesn’t like me”, escrito con tipografía Antiqua–Fraktur asociada a la propaganda Nazi?

CVF: No merece ningún tipo de comentarios, no me impresiona ni como publicidad, ni como obra de arte. Lo habrá hecho en su tiempo libre.

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«Ahora el arte existe en un marco más amplio de significación, lo que es totalmente distinto al pasado reciente, todo tiene una mayor urgencia. Cada obra, cada artista hoy tiene un significado distinto. Hay que pensar que la relación humana más básica se ha resignificado.»

CMS: ¿Qué piensas que suceda finalmente con el plan de Donald Trump de eliminar definitivamente del presupuesto nacional el National Endowment for the Arts (NEA) y The National Endowment for the Humanities (NEH) como parte de un dramático plan para reducir los gastos gubernamentales?

CVF: Efectivamente ese es el plan que anunció el presidente: cortar el NEA, eliminar ese presupuesto. Es poco probable que esto suceda, pero para que no sea posible se tienen que movilizar una serie de intereses para que no ocurra. Nunca antes un presidente había propuesto eliminar el NEA desde que se fundó, y es ahí donde se puede ver donde estamos plantados hoy. Esta medida es absurda bajo cualquier punto de vista, además del hecho de que es un presupuesto ínfimo dentro de lo que maneja el gobierno de los Estados Unidos.

CMS: En un reciente artículo mencionaste que “El arte ha sido secuestrado por Trump”. ¿A que te refieres con este rapto, va en el sentido de lo simbólico o de lo institucional? Aparte del miedo e incertidumbre sin duda.

CVF: Yo creo que me refería a ese miedo y la incertidumbre, al hecho de que se esté cambiando el significado a todo. El rapto ha sido en los términos simbólicos de cada obra y de las mismas presentaciones de cada institución: un completo rapto del valor simbólico. Ahora el arte existe en un marco más amplio de significación, lo que es totalmente distinto al pasado reciente, todo tiene una mayor urgencia. Cada obra, cada artista hoy tiene un significado distinto. Hay que pensar que la relación humana más básica se ha resignificado.

CMS: Veo que lo que se podía llamar realidad, en los tiempos actuales está experimentando una especie de alteración. Donde los ejes por los cuales normalmente estaban transitando los individuos y sociedades están cambiando dramáticamente, donde temas como de derechos humanos por ejemplo que parecían ya asimilados, ahora están teniendo un retroceso sin precedentes. Además de lo que genera la media mass, todo parece absurdo, lejano, o que ya pasará. Todo se acepta o se permanece indolente.

CVF: Las nuevas temáticas culturales son más urgentes de las que teníamos hace solo 6 o 9 meses, la pasividad política y social está en declive, particularmente en los sectores menos pudientes. La frivolidad no tiene el mismo brillo que tenía hasta hace poco.

Diría que estamos quizás entrando en una etapa de mayor seriedad por absoluta necesidad.

Cuando hay crisis hay que empezar a pensar las cosas bien, porque es un momento emblemático. Si bien hay una cantidad de obras que no son malas, pero tampoco son buenas hoy en día, estas al menos tienen una reflexión que las mueve, y eso es relativamente nuevo en un país y una escena que se ha visto muy beneficiada por crear objetos de absoluta y declarada vacuidad.

Creo que este último tipo de obra, los Koons, los Murakamis, o los Hirsts, van a seguir ahí porque ya están ahí y los precios tienen demasiados ceros, pero no tendrán el mismo peso de antaño. No sé que es lo que viene ahora, pero sí sé que ese tipo de obra ya ha pasado a la historia.

Estamos en una situación de tremenda inestabilidad, donde cada mañana nos despertamos con noticias cada vez más delirantes, y como agentes culturales vamos a tener que aprender a funcionar bien, a producir, a articular y vivir con este entorno, esperando seguir movilizándonos para poder frenar este absurdo cultural, social y político.

 

 

Imagen  1: Arte por Barbara Kruger para New York Magazine. Fotografía: Mark Peterson/Redux.

Imagen  2: Women’s March, Washington, D.C., Enero 21, 2017. Fotografía: Carolyn Cole/Los Angeles Times/TNS.

Imagen  3: Women´s March,Washington, D.C., Enero 21, 2017. Fotografía Robyn Beck/AFP/Getty Images.

Imagen  4: Sebastian Gorka, 2017. BBC

Imagen  5: Milo Yiannopoulos

Imagen  6:  Liberty (Liberté), Puppies Puppies, 2016. Performance, Galerie Balice Hertling, París, Francia, Julio 7, 2016. Fotografía: Stephan Tanbin Sastrawidjaja

Imagen  7: Public Money, Cameron Rowland, 2017. Institutional investment en Social Impact Bond.

Imagen  8:  Executive Function, Julien Nguyen, 2017. Colección del artista; cortesía Neue Alte Brücke, Frankfurt and Stuart Shave/Modern Art, Londres. Fotografía: Bill Orcutt

Imagen  9: Still from A Very Long Line, 2016, Postcommodity. Cortesía de los artistas.

Imagen 10: Ian F. Svenonius’s “Censorship Now”, Frances Stark,  para la 2017 Whitney Biennial, Colección del artista; cortesía de Gavin Brown’s enterprise, New York. Fotografía: by Bill Orcutt

Imagen 11: Vista de instalación de Real violence, Jordan Wolfson, para la 2017 Whitney Biennial, Colección del artista; cortesía de David Zwirner, New York y Sadie Coles HQ, Londres.

Imagen 12: Trump the rat, inflable diseñado por Jeffrey Bebee y comisionado por Bravin Lee Gallery, 2017.

Imagen 13: Layer para evento J20 Art Strike.

Imagen 14: Sin Título #96,  Cindy Sherman, 1981.

Imagen 15: Vista de instalación de Once Upon a Time, Cindy Sherman, Mnuchin Gallery, NY, 2017.

Imagen 16: I like america and america doesn’t like me, Anish Kapoor, 2017.