«La Desobediencia» es una de las últimas obras de la artista visual chilena Paulina Silva Hauyon, actualmente radicada en España, en donde los creadores son otros y ella es la que orquesta el resultado. Esta es su obra elegida para Rotunda Magazine.

Su realización se dio dentro del trabajo final del Máster Universitario en Investigación en Arte y Creación de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense que cursó en Madrid el año pasado.

Paulina ha desarrollado principalmente dos líneas de trabajo dentro de su producción artística, una que se gesta desde la palabra escrita y otra que pertenece al cuerpo de obra plástico como tal. Sin duda que «La Desobediencia» nació de y por las palabras.

De lo visceral y nuevos contextos

El lugar desde donde «La Desobediencia» se piensa es el de las emociones, asunto que según la artista tiene que ver con su biografía. Así es, como no se rige por una metodología, sino más bien por el resultado donde desea ver plasmado lo que vio proyectado desde el principio.

Por ese tiempo, Paulina había partido a España a realizar su Máster en la Complutense Madrid. Por otra parte, en ese mismo período termina una larga relación con alguien que había sido uno de sus principales testigos y compañeros más cercanos a su obra. Y es así como un nuevo contexto, desconocido para ella, lucubra la obra.

La obra parte desde la idea de colaboración, como un escudo o un botecito para olvidarse de la soledad. Se da como la más obvia contención a la adversidad emocional de ese entonces.

De palabras escritas y ausentes

No solo la co creación incidió en el punto de partida creativo, sino que también Paulina deseaba hacer una devolución a la Facultad de Bellas Artes. Poniendo todos los elementos sobre el tablero, tanto el paisaje emocional de la artista como el fin de un proceso, y donde junto a la idea de trabajar con el mismo hábitat y sus elementos, no generando residuos de obra, es que «La Desobediencia» empieza a formarse, partiendo con una convocatoria.

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“No me interesaba solo la idea del libro favorito, sino como torcer la mano a la convocatoria, tensarla aún más. Entonces de esta idea, se me ocurrieron miles, como re escribir libros que nadie consulta en la biblioteca de la facultad, los menos taquilleros, los que están fuera del rating. Pensaba en que otra vuelta podía darle, no solo el tema del libro favorito, y tal vez no libros que no existen, sino que los que muy pocas veces ven la luz”.

Re escribir la palabra y no querer “importar” elementos a la obra, dieron la directriz para armar la convocatoria : alumnos, profesores y trabajadores de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid fueron invitados a re escribir a mano su libro favorito (novelas, ensayos, capítulos o libros enteros) con el condicionante de que no estuvieran en el catálogo de la biblioteca de la Facultad.

El plazo para tal tarea era de un mes, donde cada uno de los colaboradores recibía por parte de la artista los materiales. Se encargaron lápices especiales con punta metálica desde Italia. El trazo es logrado por la oxidación del metal en contacto con el papel, lo que hace que -aunque parezca lápiz grafito- el trazo sea imborrable. Paulina con esto quería acudir a la idea de que “la cultura no se borra”.

Paulina desde un principio menciona la idea de torcer la convocatoria, de ahí a buscar nuevos espacios de tensión en su desarrollo.

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“Como esa chica que me dijo, Paulina me canso de escribir sin puntos” La colaboradora, alumna de primer año de la facultad, estaba re escribiendo una novela del escritor José Saramago. “Ella podía descansar cuando quisiera, pero ella sin quererlo, entró en el personaje”.

El trabajo entonces no solo construyó un metarrelato, montando un relato sobre el otro, provocando una resignificación al poner la obra original en un nuevo contexto y siendo manufacturada por nuevos individuos. Sino que también, llevó al libro a un nuevo lugar, ser éste mismo el objeto significante, el objeto libro.

Concentrados los elementos del ejercicio en este objeto, se re piensa la relación del libro frente a los actuales dispositivos de elaboración y transmisión de mensajes, sea para efectos utilitarios o efectistas.

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Nuevas y viejas inspiraciones, una amistad y varias canciones

La convocatoria que se fue dando como una ejercicio físico y mental de identificación para los participantes, lo fue también para la artista. Dentro de esto, el acercamiento y una amistad artística con Ingrid Wildi Merino , llevada a una amistad personal, propiciaron que Paulina además de encontrar respuestas en el formalismo de Wildi, buscara refrescar el trabajo con nuevos referentes e inspiraciones. No solamente nombres dentro del arte, como lo pudo haber sido el depurado trabajo de Jorge Macchi, sino que también inspirarse por el silencio y austeridad bajo el que estaba desarrollando «La Desobediencia».

Así, vuelve a tomar sentido y lugar la cooperación y el amparo bajo el cual se co-crea la obra entre los convocados y la autora.

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Al sentido de cobijo y cooperación como elementos coyunturales al proyecto, viene un pensamiento personal que ha acompañado a Paulina:

“La bendición o maldición de que se adelanta a lo que se me va a venir (la obra). En ese momento me vi buscando todos esos lugares, todas esas canciones que me acompañaron. El discurso emocional no es lo que sustenta mi obra, es parte de mi tesina personal para el trabajo”

La compañía personal de la artista se configura bajo una banda sonora que la ha vivido desde su infancia; soundtrack de vida y obra.

Una materialidad de gestos

Silva Hauyon está convencida que el artista tiene un rol que se patentiza en la expresión, tanto como en la forma en que lo hace y a que está referenciando. El arte así debería ser ético, haciendo una reflexión , y no siendo meramente un ejercicio estético. Desde estos puntos de declaración, hace visible al espectador los intersticios que aprietan un momento o situación.

“Siempre se mete en esos intersticios que molestan (el arte). Ahí esta el arte molestando, tocando fibras del corazón”.

Y ahí uno de los desafíos para el dispositivo visual ideado, repensar como mostrar a las personas lo que no quieren ver. Para Paulina, en esta tarea la materialidad de la obra debiese ser austera y no generar residuos, comportándose consecuentemente a la resistencia al mecanismo y mercantilismo. Consecuencia en extremo difícil de lograr, cuando los compradores de arte, son en muchas ocasiones quienes sustentan tal paradigma. La consistencia pasaría entonces a ser una nueva meta en la obra y esta austeridad se traduciría en la baja complejidad del material del dispositivo visual:

“Gesto mínimo, sentido máximo”

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Del charm y compañías solitarias

Las canciones de sus grupos favoritos, tal cual “banda sonora”, han sido siempre su compañía en el desarrollo de su obra, tanto como hace años atrás lo fueron las noches en Bal-Le-Duc, Blondie y un par de sucuchos más que se frecuentaba por entonces. Pasado (y presente) que se contradice con el pudor de declarar el gusto por ciertas canciones que se reserva de contar. Y es que hasta en esto pareciese estar el deseo de la congruencia, devenido en la pasión por el formalismo, expresado en su obra, forma de trabajo y experiencia estética de mundo. Lo ve como una traducción de la elegancia y la sensatez del encanto, el charm.

Por esto no duda en hablar de una de sus películas favoritas “Orgullo y prejuicio”, film que mezcla sus ingredientes preferidos: el encanto, la formalidad y revertir una situación, encontrando de nuevo la torsión; puede ser de vida, obra o significado.

Torcer desde el formalismo

Este nuevo objeto libro se configura desde la torsión, no solo al haber reubicado nuevas narrativas, sino que también porque pasaría a formar parte de la biblioteca de la facultad, planteando implícitamente el re pensamiento de las materias de estudio: renovar y ampliar el catálogo en las áreas de la música, poesía, literatura, filosofía, ensayos, etc.

«La Desobediencia» en cuanto a trabajo de obra escrita se puede describir como una obra austera, donde se encuentra cierta alegría en el charm del recuerdo, apelando a la nostalgia. Esto no quiere decir que detrás de esta formalidad haya habido un mensaje subyacente; recursos estéticos fueron una gráfica tranquila y papeles tradicionales. Si podemos encontrar un concepto narrativo donde los escritos de los chicos fueron encuadernados con una “estética femenina” y a su vez, los de las chicas se hicieron bajo una “estética masculina”, resolución técnica que se llevo a los escritos desde una contra-respuesta heteronormativa formal.

La rebeldía de Paulina Silva parece entrar en crisis con su formalismo, pero es este mismo el que hace que su método de “develación” se de desde una detallada observación de los elementos que se ven encarnados en los intersticios que ella desea declarar. Traslado especial de su verdad.