Carolina Martínez: ¿Cómo es que llegaste al trabajo del colectivo danés Superflex?

Christian Viveros-Fauné: Los conocí viendo su obra, antes que conocerlos personalmente. Primero los vi en alguna nota de prensa, y luego vi sus obras, quedando impresionado. Luego para cuando curé la Bienal de Dublín en el 2011, una quinquenal, los invité a participar, donde exhibieron uno de los videos que presentamos ahora en el MAC, “The Financial Crisis”. A partir de ahí, nos dimos cuenta que teníamos mucho en común; nos seguimos las pistas por muchos años, y cuando fui a su gran exposición en JUMEX para su inauguración, me instaron a hacer algo en Chile. Ellos tenían ganas de hacer algún proyecto acá, donde hay algo que Chile está viviendo, me refiero como a esa página de viajero del New York Times donde el país aparece como un gran atractivo. Hay una fábula al respecto y hay que aprovecharla. No solo me ha pasado con Superflex, sino que con otros artistas también, como sucedió con mi pasada exposición con Zhao Gang en el MAC en el pasado Abril de este año. Tanto en el caso de él como del colectivo danés, entendieron luego que Chile no es Dinamarca ni Finlandia; ni el MOMA, el Museo del Bronx o el Louisiana Museum, donde las cosas funcionan de una manera distinta.

CM: ¿Cómo defines su trabajo y qué es lo más peculiar que podrías decir de ellos , dejando de lado todos los adjetivos, descripciones y speechs que circulan en los medios, especialmente en la red?

CVF: El trabajo de los Superflex es básicamente de corte social. A veces hacen objetos, pero en general lo que hacen está más dentro del ámbito público. Hacen intervenciones arquitectónicas, plazas por ejemplo, como en Dinamarca que tiene una bastante grande, o en Emiratos Árabes. Ahora están trabajando con el metro de París, tanto en el diseño subterráneo como en la superficie. Pero la mayor parte de su obra es desarrollada a partir de intervenciones sociales, como los cuestionamientos sobre la corrupción. Por ejemplo, fueron al Amazonas junto a una tribu del lugar para producir en conjunto una bebida de Guaraná (“Guaraná Power”), que no fue tan solo la concepción de la bebida, sino además una campaña.
Al mismo tiempo, la obra del colectivo empodera a ciertos sectores que lo necesitan, y también operan como crítica social, y eso es lo que estamos tratando de hacer acá, aunque la corrupción sea sin duda un problema global, tal cual plaga o virus.
Es importante que Chile entienda que la problemática local tiene sus conexiones globales; hay puntos de comparación que son necesarios de establecer para hacer un paralelo de las realidades. Así, todo esto forma parte de lo que queremos hacer a nivel simbólico con los contratos de la corrupción, y también de forma explicativa con los seminarios. Parte de lo que ellos hacen, también, es invitar a expertos a ayudar a configurar la obra. En ese sentido, son muy abiertos a la colaboración, y no tan solo al diálogo, sino también a fomentarlo en torno a estas mismas temáticas. Sabemos que no solucionaremos las cosas, pero si invitamos a conversar nuevas ideas para ayudar a un proceso de transparencia, y no quedarse solamente enojado porque las cosas no funcionan como debiesen. Y también para poner al público en la piel del que comete un acto corrupto. Es importante dimensionar el acto desde esta forma, y también entender que la idea de la corrupción puede ser usado como un aliciente a esta anhelada transparencia. Incitamos a cometer estas acciones, firmar los contratos y así llegar a entender un poco más el fenómeno, porque y cómo ocurre. Para reforzar las reglas hay que romperlas.

«La obra de Superflex empodera a ciertos sectores que lo necesitan, y también operan como crítica social, y eso es lo que estamos tratando de hacer acá, aunque la corrupción sea sin duda un problema global, tal cual plaga o virus.»

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CM: Hoy estás escribiendo en algunos de los más importantes sitios online de arte contemporáneo, donde hay una extraña mezcla en sus tendencias. Por un lado se podría decir de estos, que hay un intento en ir definiendo (y redefiniendo) constantemente el estado del arte a través de las publicaciones y artículos elegidos, estado que sin duda pone en crisis el actual sistema y modelo, pero al mismo tiempo dan cuenta del mercado del arte actual, donde es ese mismo sistema quien va regulando su comportamiento. Con esto quiero preguntarte cómo concilias específicamente en esta curaduría tu labor como crítico de arte contemporáneo –administrado por reglas mercantiles- y curador que decide exhibir a un colectivo que precisamente desarrolla un cuerpo de trabajo que critica y desobedece toda regla económica y social, llamando a la “propia organización (self organization)”.

CVF: Yo no veo un conflicto. Los Super tampoco lo ven, viven de su obra, no de becas. El dinero es una necesidad, una utilidad o una herramienta como un martillo; en sí no es algo negativo. La comercialización de todo, la noción de la “financialización” del arte sí es un problema, y cuando escribo, a veces expongo esa temática para explicar lo peligroso que me parece. Y otras veces con mis curadurías intento hacer comentarios asociados o paralelos. A mí siempre me ha gustado estar en los dos papeles. Primero porque me encanta trabajar con artistas, es una forma de participar importante, además de impulsar ciertas cosas que me interesan y veo que no se están presentando, como es el caso de traer a Superflex a Chile en este momento. Pero en general, creo que ser crítico de arte y curador es muy compatible. Es decir, no soy un periodista objetivo, no tendría sentido. Yo soy partidario, escribo editoriales. Y en el ambiente curatorial intento extender esa visión editorial a una práctica, y así facilitar el entendimiento.

«La comercialización de todo, la noción de la “financialización” del arte sí es un problema, y cuando escribo, a veces expongo esa temática para explicar lo peligroso que me parece. Y otras veces con mis curadurías intento hacer comentarios asociados o paralelos.»

CM: Me queda dando vuelta está idea de cuán peligroso es esta mercantilización del arte.

CVF: Es tremendamente peligroso en la medida que hace una especie de secuestro de los valores esenciales del arte. El arte puede ser muchas cosas, pero la cuestión es que tenga esa variabilidad, ese abanico de posibilidades. La idea del arte como bien, es tremendamente limitante, reduccionista. Los coleccionistas son el oxígeno del mundo del arte, pero no es lo mismo que con los especuladores y con la gente que usa al arte como una guarida especulativa. Y eso es lo que puntualmente me parece muy peligroso. En muchos medios ha ido apareciendo el fenómeno de que el arte se está usando como una guarida, hasta tal punto que hay zonas francas, storages, llenos de obras que se compran simplemente para que salgan de circulación completamente. Y su verdad es esa, ser una guarida de dinero.
Por otra parte, debemos diferenciar entre los coleccionistas y los compradores. El comprador de hoy en día le interesa la obra de por ejemplo, cien artistas a través del tiempo, que de nuevo lo digo, le interesa como una guarida. Con esto me refiero a que es mejor tener el dinero en esos cien artistas: tienes tu dinero garantizado, y además va a aumentar, obviando alguna catástrofe o cataclismo económico. Ese comprador no compra porque tenga un compromiso con el artista, o con la obra, sino porque porqué espera duplicar la inversión, o por lo menos que nos le baje. Y porqué es un mejor mercado que la mobiliaria. Y es ahí cuando el arte se reduce a ser un bien de consumo, tal cual Apple, lo cual es muy limitante y penoso. El mundo del arte, ese de grandes transacciones y records, se ha transformado en una especie de reflejo “Dorian Gray” de los súper ricos, y ha devenido casi como un signo de la falta de equidad que hay a nivel global. El arte tiene que ser algo más que un simple juguete de los ricos.

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«El arte puede ser muchas cosas, pero la cuestión es que tenga esa variabilidad, ese abanico de posibilidades. La idea del arte como bien, es tremendamente limitante, reduccionista, tiene que ser algo más que un simple juguete de los ricos.»

CM: ¿Dónde se podría insertar el trabajo de Superflex hoy? ¿Podría estarlo dentro del artivismo al estilo de “The Yes Men”, “Beautiful Trouble” con sus toolkits, o incluso Julius Von Bismarck?

CVF: Creo que Superflex se inserta más bien dentro del espacio público o de la bienal. The Yes Men lo haría mas bien dentro del cine documental y la ficción para crear sus acciones. Pero si es una forma de activismo que en un sentido u otro se puede asemejar a la obra de Tania Bruguera, o de Ai Wei Wei, es de esa camada de obra. De hecho se adelanta a esa “práctica social” en el arte, donde el colectivo ya lleva años desarrollando ese tipo de trabajos. Mucho antes de que se empezará a tildar bajo ese concepto este tipo de obra.

CM: ¿Crees que una de sus cualidades o ventaja diferenciadora respecto a otros proyectos similares reside en su cuidada y pulcra estética? ¿Esta característica es totalmente anexa al valor inmanente de sus trabajos, o es un elemento más que incide en el resultado y valor final de sus proyectos?

CVF: Claro, tienen una línea de diseño muy nórdica. Lo hacen todo muy limpio, creando este “packaging visual” que ayuda al entendimiento de proyectos que a veces sí son ambiguos y complejos, multilayers. Entonces existe esta línea de diseño casi minimal que ayuda a asimilar. A mi entender así es como funciona su look, su estilo visual. Son ideas a veces muy complejas, pero cuando se sirven de un packaging atractivo, el ojo y la mente los tiende a pensar, a ordenar estos layers.

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CM: ¿Cuál es el balance del arte contemporáneo hoy en día; siendo visibles las directrices que nos llevan al valor mercantil de la obra y por otro lado opuesto, un arte que quiere provocar la reflexión y hasta repudio al sistema al que estamos sometidos?

CVF: Lo que a mi me da esperanza, es que hay una respuesta a esta “financialización” del arte. Porque sino dejaría de hacer lo que estoy haciendo. Y en este sentido me parece tremendamente importante el esfuerzo de personas y grupos como Superflex , Theaster Gates, que está con una muy buena exhibición en la Fundación Prada en estos momentos. Me da esperanza el hecho de que hayan artistas lo suficientemente sofisticados como para hacer un balance de una situación compleja y responder de una manera sólida, incisiva e hiriente hasta veces. Significa para mí que aún es posible que los mismos artistas sean quienes construyen el cómo se opina, cómo se ve el mundo del arte, o el arte en sí, lo cual es fundamental. Tienen que ser ellos quienes definan que es o no arte contemporáneo, no unos coleccionistas especuladores.

«Me da esperanza el hecho de que hayan artistas lo suficientemente sofisticados como para hacer un balance de una situación compleja y responder de una manera sólida, incisiva e hiriente hasta veces. Significa para mí que aún es posible que los mismos artistas sean quienes construyen el cómo se opina, cómo se ve el mundo del arte, o el arte en sí, lo cual es fundamental.»

CM: ¿Qué es lo que te mantiene escribiendo sobre arte contemporáneo? Con esto me refiero a cuáles y cómo serían para ti los distintos y disimiles escenarios en él, y qué es lo que finalmente se estaría deseando desvelar. ¿Existe esa verdad utópica en los discursos del arte?

CVF: No, no existe esa verdad en el arte, ni en el discurso del arte, ni el de la política, ni ningún otro. Pero sí hay idealismos que nos mantienen con ganas de hacer cosas, y con ganas de ir al escritorio en mi caso, o ir con artistas a sus estudios. Yo no solo disfruto de la obra social como el trabajo de Superflex, sino que también de la pintura (fácilmente comercializable) que es un goce. Me rehúso a entender la pintura como algo retrógrado, porque no lo es. Independientemente de lo que decidan ciertas teorías ortodoxas de los ‘70, ’80 y ‘90s. Tanto la pintura, como la escultura, el video o la obra social, pueden provocar cuestionamientos importantes, no solo en la forma de ver por ejemplo la economía, o la cultura en general, sino que también en la vida de uno y la noción de lo que es humano. Ubicarse y hacerlo de una forma simbólica.
El arte en general no te da recetas, te hace reflexionar , te hace pensar y re-pensar. Cuando experimentas una obra de arte, te pueda cambiar el día o un momento de la vida. Y el arte de primer orden sí puede hacer eso; puede provocar esos cuestionamientos, y lo ha hecho a través de los tiempos, no es algo nuevo. En lo personal yo gozo pensando en estas cosas, objetos y experiencias, y me ayuda a seguir viviendo una vida examinada, que es la que vale la pena. Y es que a través del arte es que uno puede examinarse y re examinarse constantemente.

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«El arte en general no te da recetas, te hace reflexionar , te hace pensar y re-pensar. Cuando experimentas una obra de arte, te pueda cambiar el día o un momento de la vida. Y el arte de primer orden sí puede hacer eso; puede provocar esos cuestionamientos, y lo ha hecho a través de los tiempos, no es algo nuevo.»

CM: No solamente se evidencia estas diferentes perspectivas entre un arte que responde a demandas de mercado y uno que busca desde su lugar quebrar y cambiar las estructuras del paradigma socio-económico, sino que además podemos percibir que hay un gran ámbito del arte que se construye desde la investigación y metodología en el arte -donde los procesos son los resultados-, otro que no pone a la obra como un objeto de interpelación con el exterior, siendo piezas que dialogan dentro de su propia narrativa construida en su interior, y un arte reaccionario, caracterizado por acciones y proyectos que buscan el involucramiento de los individuos y sociedad. Ciertamente que el colectivo danés trabaja desde este último “paradigma”. ¿Cuáles son las reales posibilidades de alcance de este tipo de proyectos -llamados “Tools” en el caso de Superflex- ¿La poética en la que muchos de ellos quedan “confiscados” se contempla desde el primer planteamiento de los proyectos?

CVF: La obra de Superflex funciona de dos formas; funciona como una obra de valor simbólico y en eso se asemeja al arte de todos los tiempos, tanto los murales de Pompeya, como a la pintura de Goya, de Manet, de la escultura de Rodin, etc. También funciona como intervención social, no objetual.
Una de las mejores definiciones de este tipo de obra viene de Cildo Meireles: “inserciones y circuitos ideológicos”, y eso es algo que Superflex hace particularmente bien. Y ellos deben hacer las dos cosas, es fundamental entender tanto el buen hacer del objeto como visión artística, o esta nueva veta beuysuiana de la intervención y acciones más performáticas.
Superflex desarrolló un proyecto llamado “Hospital Equipment” donde cuyo primer stop fue en el Den Frie Center for Contemporary Art, en Copenhagen, siendo exhibido hasta fines del 2014. La obra es un teatro quirúrgico, que visto desde el punto de vista del ready-made duchampiano es mucho más impresionante que el pissoir de Marcel. Después de la exposición, se termina la obra cuando ese escenario quirúrgico es trasladado a un hospital en Gaza e instalado para un uso real. Estamos hablando de lo que ya Tania Bruguera ha tildado como “arte útil” , y esa intervención me pareció brillante. Y es una idea que uno piensa que se debió haber hecho antes si el concepto del ready-made está ahí; sacarlo del museo y ponerlo en un lugar donde hay más urgencia.

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CM: ¿Es decir, para ti efectivamente logran atravesar tal poética?

CVF: Sí, totalmente. La cuestión poética es súper importante, y hay obras que se quedan solo dentro de ese espacio y son obras magníficas; no todo puede ser obra social. Si de pronto el arte contemporáneo decantara a que fuera por ejemplo un 40% o 30% de obra social, que aburrido sería. Estos trabajos tienen que ser las excepciones a las reglas. Si fuera de otra manera, ya habrían sido adaptados por el sistema. Pero este quiebre de reglas es lo que permite mantener esta batalla y permanente tensión. En particular en “Hospital Equipment” ellos atraviesan esa barrera de lo poético, al llevarla a otra parte, donde hay un real beneficio.

CM: ¿Por qué decides traer esta muestra a Chile, permitiendo además que el público conozca el trabajo de este colectivo artístico?

CVF: Expusieron en Chile en una situación grupal, en una de las versiones de la Bienal de Sao Paulo, pero hasta el momento no lo habían hecho de manera individual. Es una exhibición acotada en comparación por ejemplo con lo que se hizo en JUMEX, que fue una retrospectiva, por razones que van más allá de decisiones curatoriales se adaptó la muestra al contexto con este consecuente acotamiento. Y en este sentido, creo que trayendo estas exhibiciones, artistas o colectivos, se permite una oxigenación del acontecer artístico nacional. No hay mejor forma de ver lo que se está haciendo hoy en el arte que trayendo artistas que ya han hecho cosas importantes. Al final de cuentas todos somos nuestro contexto: el contexto es acotado. Pero si alguien te muestra algo nuevo que te despierta o puedes ver otro modelo, eso también puede ser posible.

«Si de pronto el arte contemporáneo decantara a que fuera por ejemplo un 40% o 30% de obra social, que aburrido sería. Estos trabajos tienen que ser las excepciones a las reglas.»

CM: ¿Qué es lo que deseas provocar en el espectador?

CVF: Diálogo real, sólido, sincero. Uno que va más allá de estar apuntando con el dedo, de acusaciones. Para eso están los periódicos y los periodistas que lo han hecho bastante bien. Lo que buscamos con esta exposición es crear situaciones de cuestionamiento, tanto de lo que puede ser una obra de arte, como de lo que hay en términos de contexto social y cultural: carencias, divisiones y problemáticas. Lo que no venimos a hacer es solucionarle el mundo a nadie. Sería demasiado arrogante.

CM: Los proyectos o Tools que ha desarrollado el colectivo está relacionado con varios y diversas situaciones o problemáticas en determinados lugares del globo. Otros que funcionan desde una crítica y re planteamiento del sistema global. ¿Es posible que se de una identificación de la audiencia local dentro de nuestro contexto? ¿Cuáles son las pistas o recorrido propuesto en la muestra para generar el entendimiento y aproximación?

CVF: La complicidad del firmante de los contratos de corrupción para empezar. Esa es una de las herramientas que usamos para lo que podríamos decir una “poética de la complicidad”, y así involucrar y comprometer a la audiencia. Además, a través de los videos se intenta explicar las complejas situaciones que arrastra el mundo financiero, y con todo esto, darle una mayor amplitud a lo que se entiende como arte en Chile. Una puesta en escena es la mejor manera de ilustrar lo que quiero mostrar.

CM: ¿Cuáles fueron tus criterios curatoriales para hacer la selección para “The Corrupt Show and the Speculative Machine”? Cuéntanos de las piezas elegidas y como está diseñado su recorrido.

CVF: El criterio curatorial tuvo que ver con el contexto y espacio del que disponíamos. Pero nos pareció que si elegíamos bien la obra, podríamos llegar a esta complicidad con el público y tener una muestra que fuera visualmente impactante.
La exhibición consta de dos partes: una donde hay una mesa con una serie de contratos que tienen actos que son capaces de definir la corrupción, donde el visitante es invitado por una “coima” a firmar uno de estos contratos, para luego ser dispuestos en la misma sala. Y en la otra parte, se proyecta el video “The Financial Crisis” , donde se enfrenta a ésta desde una perspectiva terapéutica. Un hipnotizador guía al espectador a través de sus peores pesadillas para revelar la crisis. Durante 4 sesiones se podría experimentar la fascinación de la especulación y el poder, también el miedo, la ansiedad y la frustración de perder el control, la pérdida económica y desastre personal.
Con esto buscamos dos cosas: complicidad a través de una obra que haga una conexión real más allá de lo poético con el público, y demostrar que la obra de Superflex tiene también una carga visual importantísima.

«Lo que buscamos con esta exposición es crear situaciones de cuestionamiento, tanto de lo que puede ser una obra de arte, como de lo que hay en términos de contexto social y cultural: carencias, divisiones y problemáticas.»

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CM: La corrupción y la especulación son verdaderos indicadores que logran caracterizar los tiempos actuales. ¿Es que realmente el sistema y el ser humano está en total colapso o es un punto de vista desde muy cerca y siempre ha sido así?

CVF: Siempre ha habido corrupción y especulación. El fenómeno siempre ha existido, pero sí estamos en un momento que existe mayor corrupción y especulación, de la misma forma en que estamos en un tiempo de mayor populismo y xenofobia. Es un poco la crisis migratoria; claro que siempre ha habido refugiados, pero estamos en la peor crisis de refugiados de la humanidad, con 165 millones de personas moviéndose, porque ya no pueden vivir en sus respectivos lugares. No está limitado solamente a una zona, sino que a muchas.
La utopía fracasó. Los movimientos que apelan a una mejor distribución de ingresos y mayor igualdad, se han ido coartando. Entonces si esas acciones están inoperantes ideológicamente, estamos en una situación media arrinconada, y lo que ocurre con la especulación y la corrupción algo tiene que ver con eso. Además, con la cada vez más notoria y peor distribución hoy de los ingresos y la riqueza como tal, se van cometiendo este tipo de problemáticas, de “crímenes”. Van en aumento entre otras cosas porque se van conformando espacios de poder que no le responden a nadie excepto a los gobiernos, la os poderes fácticos. Los países súper ricos no se adscriben en ningún lugar a las regulaciones y gobiernos, estando además en un momento en el cual nada se regula. No estamos en una situación de colapso, pero sí hay un gran miedo a éste y es algo de lo que todos hablan. Es un miedo razonado que ocurre en todo el mundo, es una problemática global. En toda Europa por ejemplo, y en Chile que nos creíamos tan pulcros. Está grave el asunto, es un momento de crisis.

«La utopía fracasó. Los movimientos que apelan a una mejor distribución de ingresos y mayor igualdad, se han ido coartando. Entonces si esas acciones están inoperantes ideológicamente, estamos en una situación media arrinconada, y lo que ocurre con la especulación y la corrupción algo tiene que ver con eso.»

CM: ¿Cómo puede el arte –en este caso, acciones de carácter artivistas y performáticas– involucrarse más allá de un caso de estudio puntual y su respectiva solución estética para mostrarlo al espectador? ¿Es posibles el cambio y comienzo de un derrocamiento del sistema, aunque sea partiendo desde la fricción y reflexión que se pueda dar en las personas?

CVF: A mi me parece que sí. Se pueden hacer profundos cuestionamientos sistémicos como el que ha hecho -lo digo una vez más- Tania Bruguera en Cuba, o Ai Wei Wei en China. El espacio del arte es de una tremenda libertad, aunque sea cierto que el arte es de un gusto minoritario y lo seguirá siendo siempre. Pero tiene grandes posibilidades simbólicas, y hasta en algunos casos importantes, ciertas posibilidades prácticas de impulsar el cambio. El mundo del performance entre otras cosas, parecía la cosa más rara: era lo esotérico personificado. Y hoy el performance para las nuevas generaciones es pan de cada día, y hasta tiene ecos en Hollywood o en la publicidad donde también se ha incorporado. Ya puedes ver como Marina Abramovic se unió a una personalidad pop como lo es Kanye West. Entonces ahí hay una fusión arte – mundo – vida real que no solo existe, sino que está en pleno auge.

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CM: Superflex se ha visto involucrado en innumerables problemas legales, órdenes de prohibición y censura, pero que disfruta de respeto y reconocimiento dentro del círculo. ¿Piensas que es posible que una audiencia bastante conservadora en su mayoría entienda las características y objetivos de este tipo de obra, en el sentido que se tiende hacia la clusterización dentro de la temática que sea, en este caso el arte?

CVF: Esperemos que sí, para eso estamos. Esperamos que el público y la prensa lo entienda y que ayuden a diseminar estas ideas. Es importante no dejarse llevar por el conservadurismo en el sentido de que no hay que menospreciar la inteligencia del prójimo, y pensar que en este ambiente por más conservador que sea, también es posible un mayor acercamiento a las nuevas ideas del arte contemporáneo y nosotros venimos en parte con ese fin, y además confiando que particularmente en este momento hay una mayor susceptibilidad y sensibilidad hacia las problemáticas que plantea Superflex. El seminario por ejemplo, pensé que iba a ser bastante más difícil llevarlo a cabo y la verdad es que casi se armó solo, incluso sin que mucha gente lo conozca, pero que de todos modos se comprometió.

«¿Qué otros puntos de resistencia existen? ¿Qué otros espacios de libertad existen como el arte contemporáneo?»

CM: ¿El arte contemporáneo tiene realmente el poder de traducir el tiempo que corre y dar cuenta eficazmente de la estructura dominante y en colapso?

CVF: Sí, yo creo que sí. ¿Qué otros puntos de resistencia existen? ¿Qué otros espacios de libertad existen como el arte contemporáneo? Y es que se pueden plantear básicamente cosas totalmente inútiles. El espacio del arte contemporáneo por su misma libertad, permite pensar en lo posible. Pensar que se pueden hacer cambios, de imaginárselos, y por eso me parece que efectivamente puede funcionar como un gatillador, un catalizador en la sociedad. Por ejemplo el “Occupy Movement” perfectamente podría haber sido un performance, una acción de arte, lo tenía todo. Le sacaron todo el speech performático a lo que se hacía en los ‘70 y ‘80s y lo aplicaron a una cuestión real. Y uno podría hacerle todas las críticas al movimiento, porque en muchos sentidos fueron ineficaces, pero lo que sí hicieron, fue plantear una serie de problemáticas en el orden mundial; movieron el discurso. Que no se concretó en un movimiento político, que no lograron ninguna de sus metas políticas es cierto, esas dos cosas son ciertas. Pero insisto, ellos fuero quienes pusieron el discurso de su boca a la boca del presidente de Estados Unidos, en un período de un mes, y eso es fundamental. Creo que el arte es muy capaz de hacer todo eso, y por eso me parece crucial que existan y hagan este tipo de trabajos. Vuelvo a insistir que si este fuera el único tipo de trabajos sería muy aburrido, pero de que hay excepciones que quiebran ciertas reglas y que dan la posibilidad de re pensarlo todo, la posibilidad de pensar en nuevos paradigmas sociales, culturales, artísticos, eso sí ese está haciendo. Entonces de ahí la gracia de poder ilustrarlo con una exposición de Superflex, al ser uno de los colectivos artísticos que están en eso, haciendo. Sin hacer es un ejercicio estéril.
El mismo conservadurismo que tú mencionas que existe en el ámbito local, creo que es una oportunidad de cambio, y con éstos se generan cosas. Hay mucho que se puede hacer y desde ahí surge lo nuevo, donde vuelvo a decir, es posible de repensar el sistema y las estructuras.

«El espacio del arte contemporáneo por su misma libertad, permite pensar en lo posible. Pensar que se pueden hacer cambios, de imaginárselos, y por eso me parece que efectivamente puede funcionar como un gatillador, un catalizador en la sociedad.»