Rodolfo Andaur: Quería comenzar rescatando el pensamiento de algunas estudiosas de las primeras naciones andinas en cuanto a que en la actualidad ha aparecido fuertemente una serie de apropiaciones, por parte del arte contemporáneo, para situar al telar solo como una más de tantas otras prácticas artísticas, omitiendo que esta no es solo parte de un proceso creativo, sino que además es un espacio de inscripción poética e intercambio colectivo de algunas comunidades. En este sentido ¿desde qué perspectiva de la producción y circulación del arte actual las entendemos más como tejedorxs que como artistas visuales?

Catrileo+Carrión: Para contestar esta pregunta tenemos que ir un poco atrás, pues nuestra comunidad ha pasado por transformaciones y procesos que explican nuestro actual devenir como tejedorxs más que como artistas visuales. Nuestra comunidad emerge del encuentro aleatorio entre dos de nuestrxs integrantes, Manuel Carrión y Antonio Catrileo, quienes se conocen en el 2015 y comienzan una relación afectiva y también un intercambio intelectual y creativo. Luego, con el tiempo, este colectivo se convierte en comunidad por varias razones: en primer lugar, el desplazamiento de colectivo a comunidad tiene que ver con la necesidad de tener un nombre que haga sentido de una serie de relaciones de afecto y de trabajo tensadas desde otros hilos. Constanza y Antonio son hermanxs, y Alejandro y Manuel también. Se trata así de una comunidad compuesta por dos familias champurria donde lxs descendientes estamos marcadxs por el “desvío sexual” y la obstinación de reconocernos indígenas más allá de una idea esencialista sobre nuestras indigeneidades.

RA: Con estos antecedentes que han aparecido al comienzo de su trayectoria ¿cómo han desplazado el sino de sus prácticas colectiva-comunitaria?

Catrileo+Carrión: Por ejemplo, el desplazamiento desde colectivo al de comunidad tiene que ver con algo muy sencillo: nuestra utopía epupillan[1] de vida no reproductiva en común la estamos ensayando de manera concreta, no la postergamos para después. Es así como lo que nos mantiene unidxs no es más que el amor epupillan, el amor que compartimos y que es profundamente político: ¿qué hacemos con el amor de comunidad si no nos vamos a reproducir? ¿Cuál es el destino de una comunidad indígena que no se reproduce? Y es en esta pregunta, en esta deriva que la tejedora emerge en nuestra trayectoria.

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RA: Entonces recogiendo la potencia del concepto epupillan ¿cuáles son los ejes que definen, por un lado, la acción del telar y, por otro, la performance de la tejedora?

Catrileo+Carrión: La tejedora no solo trabaja una fibra, sino también urde y teje lo invisible: las relaciones comunales. La tejedora, activista e intelectual aymara Elvira Espejo ha publicado varios libros donde destaca que los textiles andinos más que objetos, son seres que las tejedoras van alimentando con la trama. Eso para nosotrxs no es una metáfora, sino habla de una relación, de una apertura a comprender el mundo desde otras epistemologías. En ese sentido, desde nuestras experiencias situadas entendemos la práctica del witral como una práctica comunitaria donde compartimos esos conocimientos entre nosotrxs, pero también estamos abiertxs a enseñarles a otrxs. Porque tejer es una práctica-pensamiento, una escritura que tiene su propio tiempo, un tiempo distinto al que conocemos. Eso nos interesa mucho, porque nuestra comunidad tiene una particularidad: somos una comunidad de tejedorxs epupillan. Nuestra práctica del telar, y en específico, del witral mapuche es una práctica que está ligada a la historia de Antonio y Constanza quienes vienen de una familia de tejedoras. Su abuela tejía y casi todas las mujeres de su familia. Pero por varias razones ese conocimiento no se les enseñó, detrás de ese gesto silente hay toda una historia de migración de la familia Catrileo hacia Pikunmapu/Qullasuyu. El ritmo de la warria (ciudad) diluyó mucho esas memorias que no fueron contadas por su abuela. Pero como la memoria es porfiada, en la práctica textil algo quedó ahí, en un espacio que va más allá de una identidad.

RA: La comunidad Catrileo+Carrión está marcada por las territorialidades, pero también podría argumentar que desde la comunidad están levantando una serie de interrogantes sobre la territorialidad que cuestionan el origen, la identidad y por sobre todo el discordante concepto de género.

Catrileo+Carrión: Nuestras familias y sus linajes se ven interrumpidos porque ningunx de nosotrxs es heterosexual y no tenemos como horizonte la reproducción. Así nuestra práctica del witral altera el tiempo de la producción/reproducción. En ese sentido creemos que resulta súper potente y provocador posicionarnos desde nuestras experiencias epupillan. Es una propuesta política de autodeterminación sobre qué queremos hacer con nuestro tiempo. Por eso no producimos arte ni hemos circulado en galerías ni ferias de arte donde se comercializan los textiles como objetos. Queremos buscar otros modos de comprender nuestra práctica artística que se distancia radicalmente de eso. Un ejemplo: Antonio y Constanza son tejedorxs, pero en el camino han compartido generosamente eso con Alejandro y Manuel. Así nuestra comunidad se ha entretejido, hemos creado lazos a través del witral. Nos hemos autoformado experimentando, ensayando y cultivando la paciencia. Pero también durante el 2016 y 2017 Antonio y Constanza participaron de la Escuela Textil Mapuche Ad Llallin ubicada en Puente Cal y Canto a orillas del Mapocho Lewfü (río), allí aprendieron y perfeccionaron su trabajo técnico-político con la lana junto a la comunidad liderada por la artista y tejedora mapuche Loreto Millalén. Este kimün (conocimiento) también modifica a nuestra comunidad, porque vivenciamos por primera vez un sentido de comunidad entre tejedoras en medio de la ciudad. Hoy en día todxs lxs integrantes sabemos tejer técnica lisa o ngeren, kelentraro y ñimikan (urdimbre suplementaria). Sabemos dibujar wanglen, choike, pillan y hemos creado nuestros propios dibujos. Hemos procurado tejernos para nosotrxs y nuestras redes muchos trariwe (fajas) y trarilonko. Hay algo inconmensurable en estos tejidos, que hemos alimentado de muchas conversaciones, de pensamientos, de poner en práctica una especie de ceremonia cada vez que urdimos un nuevo textil. El witral es un universo que nos ha permitido hacer conversaciones afectivas con otras comunidades de las que hemos aprendido mutuamente y de manera recíproca los conocimientos y lenguajes del witral ancestral y a partir de esto reflexionamos sobre el origen y nuestrxs géneros.

«Nuestras familias y sus linajes se ven interrumpidos porque ningunx de nosotrxs es heterosexual y no tenemos como horizonte la reproducción. Así nuestra práctica del witral altera el tiempo de la producción/reproducción. En ese sentido creemos que resulta súper potente y provocador posicionarnos desde nuestras experiencias epupillan. Es una propuesta política de autodeterminación sobre qué queremos hacer con nuestro tiempo»

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RA: Tengo la sensación de que el witral es un campo fértil que va uniendo varias, o mejor dicho infinitas aleaciones. Es un gran reservorio de información, pero también de emociones. ¿Qué otras materias aparecen en el witral?

 Catrileo+Carrión: El witral es también ciencia, alquimia, matemática, arquitectura, literatura, arte. En estos recorridos nos hemos encontrado con el vídeo-ensayo, la fotografía, la instalación y la escritura como una exploración nuestra de buscar poéticas epupillan. Ningunx de nosotrxs estudió artes visuales, por lo tanto, nos acercamos a estos formatos desde nuestra curiosidad colectiva para ensamblar, desarmar, mirar el anverso y también entender las condiciones materiales de producción de un formato. Aquí acontece algo que también entendemos ligado al ethos de la tejedora: tensamos relaciones y vínculos para articular una idea materializada en un formato particular. En nuestro proceso artístico la materia es lo último que se ordena o se le da forma, e incluso podríamos decir que dejamos que la materia acontezca, dejando que sus propias cualidades se extiendan como forma mediante la comunicación táctil que implica tejer en los diversos formatos y técnicas que manejamos. Esta es la sensibilidad de tejedora, de araña o llallin, de enlazadorxs de comunidades humanas y no-humanas, porque como tejedorxs epupillan nos interesa mucho ponernos en relación con el itrofilmongen (biodiversidad, pero también nos gusta interpretarlo como multiplicidad).

RA: Desde mayo del 2019 he estudiado algunos de sus proyectos que están, por una parte, marcados por el Wallmapu y su episteme. Proyectos que además han profundizado en varias acciones y terminologías. ¿Cuál sería el principal motor que moviliza el pensamiento y práctica de la Comunidad Catrileo + Carrión?

Catrileo+Carrión: Más que remarcados estudios, tenemos experiencias situadas, hemos puesto el cuerpo tejiendo y recuperando kimün, consultando a algunxs papay, kimche, ñaña pero también a mucha gente joven, principalmente disidencias sexuales-afectivas Quechua, Aymara, Diaguita y Mapuche que habitan en Pikunmapu/Qullasuyu. También transitamos por otros espacios: Constanza es periodista y es parte de Jóvenes Indígenas de Valparaíso que han realizado una propuesta sonora muy interesante donde exploran desde lo acústico una poética de Pikunmapu/Qullasuyu, pero además es parte del podcast La hora del Nütram junto a nuestra ñaña Cristina Paillal Pilkinao y Filip Escudero Quiroz-Aminao donde han hecho un trabajo valiosísimo sobre historia mapuche. Alejandro tiene estudios de arquitectura y es investigador del Global Center for Advanced Studies, pero también se ha desempeñado como sanador dentro de nuestra comunidad. Hemos aprendido mucho sobre los ciclos lunares, de las hierbas y muchos conocimientos que tienen relación con el itrofilmongen. Esta dimensión es importante para comprender que nuestra práctica-pensamiento, al igual que la investigación-creación son un mismo proceso. Antonio es profesor de literatura y se ha dedicado a investigar sobre nuestra historia epupillan escarbando en archivos, pero también creando y generando conocimientos desde nuestra práctica textil. Manuel es diseñador, pero luego estudió pensamiento latinoamericano, y actualmente está estudiando un doctorado en literatura en la Universidad de California San Diego, en territorio Kumeyaay ocupado por la frontera Estados Unidos/México. Lxs cuatro venimos de áreas distintas, pero a la vez somos todxs migrantes disciplinares, es decir, no necesariamente nos dedicamos a nuestras profesiones u oficios, sino que hemos puesto nuestra energía en el trabajo de la comunidad, que está siempre moviéndose.

«En nuestro proceso artístico la materia es lo último que se ordena o se le da forma, e incluso podríamos decir que dejamos que la materia acontezca, dejando que sus propias cualidades se extiendan como forma mediante la comunicación táctil que implica tejer en los diversos formatos y técnicas que manejamos»

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RA: En esta idea multilateral de trabajo puedo observar y escuchar que provocar al pensamiento binario hegemónico es para ustedes una base importante de acción que debe estar en constante circulación.

 Catrileo+Carrión: Nuestros conocimientos sobre el pensamiento mapuche contemplan todos estos entramados, así nos hemos formado como champurria. Como comunidad epupillan tratamos de descentrar el pensamiento binario y desenmarcarnos de las políticas identitarias como una provocación para los debates que se están dando en el mundo indígena de Abya Yala. Porque no somos lo suficientemente LGBTIQ+ para algunos espacios de activismos de esta índole, debido a que nos cuestionamos cuál es el lugar para quienes somos indígenas, pues históricamente los movimientos LGBTIQ+ no se han cuestionado la historia colonial, sin entender que nuestras búsquedas tienen más relación con las luchas anticoloniales, descoloniales y los procesos de autodeterminación en toda Abya Yala. Las marchas LGBTIQ+ celebran un “parade” sumamente blanqueado, muy cómodo para el multiculturalismo que celebra las diferencias como banales categorías. Y, por otro lado, para un sector mapuche, nos miran con desconfianza por no ser lo suficientemente “indígenas” y por hacernos estas preguntas. Entre esos espacios intermedios hemos tenido que aprender a transitar, a hacer alianzas entre pueblos y entre personas queer, no binaries y trans principalmente. Nuestra crítica epupillan abraza a lxs parias de las identidades, porque desconfiamos del multiculturalismo y del cosmovisionismo new age que usa de manera despolitizada nuestra espiritualidad. Es una decisión político-afectiva pensarnos de esta forma y llevarlo a la práctica con nuestro trabajo como comunidad, pero también como personas individuales en nuestro cotidiano. Reconocerse como mapuche conlleva un compromiso que abarca todos los ámbitos de tu vida, desde lo espiritual a lo político. Por eso nos gusta vincular toda nuestra vida incluso el trabajo, tal como lo hemos desarrollado como comunidad durante estos 5 años.

«Como comunidad epupillan tratamos de descentrar el pensamiento binario y desenmarcarnos de las políticas identitarias como una provocación para los debates que se están dando en el mundo indígena de Abya Yala. Porque no somos lo suficientemente LGBTIQ+ para algunos espacios de activismos de esta índole, debido a que nos cuestionamos cuál es el lugar para quienes somos indígenas, pues históricamente los movimientos LGBTIQ+ no se han cuestionado la historia colonial»

RA: A partir de todos estos conceptos que ciertamente podríamos definir como experimentales en la producción y difusión del pensamiento de la comunidad, dentro de la lógica de las artes visuales ¿cómo han circulado, hasta la actualidad, sus proyectos y acciones?

 Catrileo+Carrión: Nuestra circulación ha sido más bien en espacios no hegemónicos, muchos de ellos autogestionados, otros muy cotidianos o espacios de memorias. No obstante, nuestra práctica de witral también tiene una dimensión que es artística, porque a través del arte contemporáneo hemos podido articular espacios de inarumen (profunda introspección). Muchas veces es difícil explicar todos los detalles de cómo comprendemos nuestro trabajo como tejedoxs epupillan. Hemos realizado algunas Residencias de Arte Colaborativo en Toltén, Neltume y Cartagena, en todos esos lugares de una u otra manera siempre terminamos tejiendo con otras mujeres y disidencias sexuales-afectivas. Esos recorridos hemos trazado, y en ellos hemos ido creando pequeños espacios de trafkin kimün witral (intercambios de conocimientos sobre el telar), como una metodología epupillan que intente abrir pequeños nidos/nudos que pongan en suspensión el tiempo de la heterosexualidad obligatoria y del entronque patriarcal que muchas veces nuestras mismas comunidades mapuche reproducen y justifican con el argumento de que la tradición avala solo el complemento hombre-mujer. A lo que nosotrxs como tejedorxs epupillan cuestionamos rotundamente, porque si queremos una autodeterminación del pueblo mapuche, ¿acaso esta será heterosexual? ¿En qué se diferenciarán del tiempo de la producción/reproducción capitalista?

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«Lo que nosotrxs como tejedorxs epupillan cuestionamos rotundamente, porque si queremos una autodeterminación del pueblo mapuche, ¿acaso esta será heterosexual? ¿En qué se diferenciarán del tiempo de la producción/reproducción capitalista?»

 RA: La investigación que construyeron a partir del aserrín la comenzaron cuando habitaron en el pueblo de Neltume. Este trabajo en torno al nocivo elemento fue diseñado para el formato de Residencias de Arte Colaborativo implementado por la artista visual Jo Muñoz desde el Ministerio de la Cultura (MINCAP). ¿Cómo construyeron un espacio para el pensamiento crítico de este hito geográfico, considerando que el financiamiento para su residencia fue otorgado por el mismo Estado que ha originado un daño irreversible en la naturaleza?

Catrileo+Carrión: Durante el 2018 postulamos a la convocatoria de Residencias de Arte Colaborativo que se iba a realizar en Neltume, programa liderado por la artista e investigadora Jo Muñoz, quien ha establecido un parámetro de colaboración con el aparato público que ha permitido no solo fuente laboral para trabajadores del arte, sino que además desdibujando el asistencialismo con el que se opera sobre los lugares que poseen menos infraestructura cultural (desde una mirada estatal, por supuesto). Ahora, nuestra relación con el aserrín de Neltume jamás ha sido la de considerar que es un objeto de estudio. Para nosotrxs, ese cerro de aserrín que se ha acumulado por décadas como residuo de la industria forestal es lo que quedó del bosque nativo. Es una experiencia irreductible, algo que nos conmueve mucho porque es visto como inmundicia, es decir, fuera del mundo. Sentimos una profunda empatía epupillan al respecto, por eso desde el año 2015 que viajamos a Neltume; de una u otra manera ese aserrín y las redes afectivas que estrechamos allá nos han hecho volver una y otra vez. En Neltume vive un amigo de infancia de Manuel y Alejandro, y eso nos hizo involucrarnos emocionalmente con la historia del lugar. Nuestro trabajo artístico apareció luego de un tiempo, cuando comenzamos a explorar con la materialidad del aserrín y empezamos a hacer algunas acciones. Durante muchos años nos vinculamos con la comunidad de manera autogestionada. El aserrín nos interpela a hacernos muchas preguntas por las capas de la historia que están presentes en este testigo no humano. Así comenzó nuestro trabajo artístico, donde logramos hacer redes entre el Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume y Londres 38, espacios de memorias. Nuestro lugar fue de rangiñelwe, una especie de puente que nos brindó muchas experiencias en cómo abordar las memorias desde un punto de vista que no represente el dolor ni la violencia.

RA: Para finalizar, los quiero trasladar a Chile y su contingencia. ¿Creen posible que avanzaremos como sociedad civil a un reconocimiento tanto constitucional como cultural de la nación Mapuche?

Catrileo+Carrión: Vemos poco probable que exista un reconocimiento constitucional por parte del Estado de Chile, por cómo se han dado las cosas desde la vuelta a la democracia, en especial durante este último gobierno y más aún después de la revuelta social del 18 de octubre de 2019. A los pueblos indígenas se les sigue invisibilizando y tampoco se les han respetado las promesas de un “mejor porvenir”, todavía hay un discurso muy asimilacionista, que sigue reproduciendo ideas decimonónicas orientadas al progreso y a la civilización puestas en oposición a una “barbarie”. Esas ideas arcaicas y de lleno racistas, se han disfrazado de multiculturalismo neoliberal. Por eso desconfiamos de Chile, porque en los últimos casi 20 años hemos tenido asesinatos y desaparecidos, y se ha instalado la cárcel política contra el pueblo mapuche. Aunque se haya ratificado el Convenio 196 de la Organización Internacional del Trabajo, se siguen vulnerando los derechos fundamentales, donde incluso los decretos 66 y 40 no cumplen con los estándares de la normativa internacional en Derechos Humanos. Nos enfrentamos a un poder judicial racista y discriminatorio, donde los medios de comunicación avalan este tipo de discursos desde la ignorancia cómplice de mantener en el imaginario colectivo la idea de que el mapuche del sur es terrorista. En ese sentido, un reconocimiento cultural para nosotrxs debe ir acompañado del reconocimiento de autonomía y autodeterminación indígena expresada en la soberanía territorial, la justicia social y la regeneración de nuestras epistemologías.

«Vemos poco probable que exista un reconocimiento constitucional por parte del Estado de Chile, por cómo se han dado las cosas desde la vuelta a la democracia, en especial durante este último gobierno y más aún después de la revuelta social del 18 de octubre de 2019»

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Notas

 

[1] Abrazamos la palabra epupillan que Antonio Catrileo en su libro Awkan epupillan mew (2019) explica en extenso. Epupillan no es sinónimo de alguna identidad LGBTIQ+, sino da cuenta de las experiencias situadas de cómo en el Archipiélago de Chiloé nombran a quienes pueden transitar en varias energías que van más allá del género.

 

Imágenes y videos

1. Famew Mvlepan Kaxvlew, 2017. Lana de oveja tejida en “pampa”, técnica witral mapuche. Fotografía archivo Comunidad Catrileo+Carrión.

2. Iney Pingen: ejercicios para un proceso identitario No. 1, 2016. Video archivo Comunidad Catrileo+Carrión.

3. Fotograma de Kizungünewün Epupillan/ Two spirit self-determination, 2019. Dir. Comunidad Catrileo+Carrión, video-ensayo/video experimental, full HD, 29:11 mins – Español y Mapudungun.

4. Kizungünewün Epupillan/ Two spirit self-determination (trailer), 2019. Dir. Comunidad Catrileo+Carrión, video-ensayo/video experimental, full HD, 29:11 mins – Español y Mapudungun.

5. Menoko, de la serie Inhumanidades, Icalma, Pewenmapu, 2019. Fotografía en blanco y negro sobre película vencida cámara Zenit 11. Acción ejecutada en el marco de Entün Fey Azkin curada por Gonzalo Castro-Colimil. Fotografía por Antonio Catrileo, archivo Comunidad Catrileo+Carrión.

6. Pillan, de la serie Inhumanidades, Icalma, Pewenmapu, 2019. Fotografía en blanco y negro sobre película vencida cámara Zenit 11. Acción ejecutada en el marco de Entün Fey Azkin curada por Gonzalo Castro-Colimil. Fotografía por Manuel Carrión, archivo Comunidad Catrileo+Carrión.

7. Misionera de la Santa Cruz junto a joven mapuche, circa 1905. Archivo Capuchino de Altötting, Alemania.

8. Traslado / extracción, 2015. Video registro de la extracción del aserrín de Neltume Carranco S.A. para ser trasladado a la Galería Metropolitana.

9. Repvyen mapu dvmillko mamvll neltume mew/ Seguir la materia del aserrín de Neltume, 2017. Video ensayo parte de la exposición «Procedimientos para una Política del Retorno», nombre de la tercera parte del proyecto junto al aserrín de Neltume.

10. Cerro de aserrín, 2015. Neltume, Wallmapu. Fotografía archivo Comunidad Catrileo+Carrión.

11. Ngoymalayiñ III – kiñe tranapule, mari witrapürayayngün, 2020. Dir. Comunidad Catrileo+Carrión, found-footage (video experimental), full HD, 4:16 – Español.

12. Ngoymalayiñ – No olvidamos, 2019. Dir. Comunidad Catrileo+Carrión, video-ensayo, full HD, 2:58 – Español.

13. Posibilidades no binarias de los giros epupillan, 2018. Publicado en Awkan epupillan mew: dos espíritus en divergencia de Antonio Catrileo (Pehuén Editores, 2019). Imagen parte del archivo Comunidad Catrileo+Carrión.